Hace aproximadamente 2 años, recibí una llamada del Tribunal Superior de Justicia de Querétaro para notificarme que se requerían mis servicios de traducción para extender una declaración. Por temas de confidencialidad, no me pudieron dar más información sobre el caso, pero por estar obligada a prestar servicio social una vez al año a esta entidad, acepté. ¿El punto de encuentro? Las oficinas del CERESO municipal. Tal como se me indicaba en la notificación, me presenté en la fecha y hora solicitadas para prestar mis servicios. Muy nerviosa y sin saber qué esperar, me indicaron que el juez (sic) “necesitaba una persona que tradujera oralmente lo que iba a declarar uno de los inculpados, cuyo español era bastante mediocre por ser ciudadano estadounidense”. Acto seguido, le comenté a la secretaria que lo que necesitaban era un intérprete, no un traductor. “Explíqueselo usted al Juez. Mientras, me firma este formato de aceptación, por favor”. ¿El punto de encuentro con el Señor Juez? El CERESO municipal mismo. Tras pasar por todos los filtros de seguridad, llegué a la oficina del Sr. Juez. “Señor Juez”, le comenté temerosa, “creo que lo que usted necesita es un intérprete, no un traductor”. “Pero usted habla inglés, ¿no? Pues ya que está aquí, háganos el favor de fungir como intérprete”, me dijo sin titubear. Sobra decir que las 2 horas que estuve ahí se sintieron como 10, no solo por estar dentro del CERESO, frente a frente con el inculpado, interpretando sobre hechos atroces, sino porque la interpretación no es mi área de especialización, a pesar de que hablo inglés, a pesar de que he interpretado en varias ocasiones, a pesar de que soy traductora profesional.

¿Cuál es entonces la diferencia entre traducción e interpretación? Aunque ambas buscan transmitir un mensaje emitido en un idioma a otro, la principal diferencia es que la traducción es escrita, la interpretación es oral.

Existen varios tipos de interpretación, aunque los dos principales serían los siguientes:

– Interpretación consecutiva. Es aquella que hice yo aquel día en el CERESO. Una persona emite una oración, una idea, un hecho en un idioma de origen, para que después de algunos momentos y de haber tomado algunas notas, el traductor emita ese mismo mensaje en el idioma meta. Es el tipo de interpretación que vemos en los concursos de belleza, en los programas de televisión, en las juntas empresariales. Siempre vemos al intérprete al lado de la persona que quiere emitir el mensaje en otro idioma.
– Interpretación simultánea. Es aquella en donde los intérpretes están en una cabina al fondo de un salón de congresos, usando audífonos y micrófonos, y emitiendo un mensaje en otro idioma al mismo tiempo que el ponente. Es el tipo de interpretación que vemos en la ONU, en conferencias, en programas de televisión. Nunca vemos al intérprete al lado de la persona que quiere emitir el mensaje en otro idioma.

En cualquiera de los dos tipos, los intérpretes requieren de un altísimo nivel de concentración, gran conocimiento del tema, capacidad de pensar rápido y, sobre todo, nervios de acero. Con esto no quiero decir que los traductores tengan una labor menos importante o más sencilla, pero el traductor siempre tendrá tiempo de tomarse un descanso, de ir por un café y de estirar las piernas si se cansa o se desconcentra; el intérprete, no.

¿Y al final qué pasó con la interpretación del CERESO? Cumplí con mi deber y mi servicio social. Tanto inculpado como juez me agradecieron por mis servicios. No supe nunca qué pasó al final, pero estoy segura que mi interpretación fue de ayuda para alguien.

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